Así describe Miguel Cárdenas el proceso creativo de “Despertar de los demonios”:
"Tomé como punto de partida la obra de Alberto Durero ‘El Caballero, el Diablo y la Muerte’, una visión sobre la peste que azotó a Europa en la edad media. Mi versión del grabado de Durero se entiende como un testamento de la perseverancia frente a la adversidad y la inevitabilidad de las cosas. El mural comienza con la destrucción de un árbol milenario - el medio ambiente - que desencadena una peste y el colapso de una civilización. Del caos surge una resistencia, el triunfo de la ciencia y la persistencia del contra ataque. En la pared opuesta se ve una escena futurista donde unos animales totémicos habitan un paisaje que se renueva. Una madre tierra vuelve a parir mientras que las nuevas generaciones atraviesan el umbral del futuro...” de estas ideas salió la propuesta para hacer un mural acompañado de dibujos y estudios del proceso.
Friedrich Nietzche, en su obra, ‘El Nacimiento de la Tragedia’, pondera sobre el grabado de Durero. Este representa el pesimismo que nace con la cultura griega, para la cual el universo se compone de grandes fuerzas en interacción y conflicto, fuerzas que no controlamos ni conocemos verdaderamente. Para el filósofo, nuestras nociones del mundo no llegan finalmente a desglosar las realidades subyacentes del mundo, por lo que el destino humano es el de vivir un mundo de ilusiones mientras esto, lo que creemos cierto, es controlado por oscuras realidades.
La obra de Durero habla de la condición universal del hombre enfrentado a un destino incierto. Su simbología es re-figurada en la obra de Cárdenas con la inclusión de algunos personajes de fabricación propia, los cuales hacen parte del repertorio imaginario de su obra. Entre la cita histórica y la recreación onírica, nos encontramos frente a un conjunto visual que hace una lectura post-racional y post-científica de nuestra época. Nos dice que no perdamos esperanza, pues hay fuerzas vitales en acción; a la vez, no hay certeza en un mundo tecnológico que obra en contra del orden natural.
La nueva incursión en un mundo mítico y premonitorio y evocativo es una confirmación del estado del mundo, en el cual la crisis es la nueva modalidad de lo normal. Lejos de los cánones modernos, compuestos por certezas científicas y procedimientos racionales, Cárdenas elabora un testimonio de la época en que vivimos y del destino incierto del hombre. La naturaleza frenética, la sociedad convulsionada y el orden político amenazado se reflejan en la figura del Diablo, amalgama de lobo, cerdo y chivo. ¿Qué más podemos esperar?
En ‘Los discursos demoledores’, obra perdida para la historia, Protágoras de Abdera sostuvo que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son.
Bajo la influencia de Durero y las imágenes fantasmagóricas de la peste, los personajes de Cárdenas hacen parte de otro orden, un orden post-humano que claramente ya no controlamos, donde interactúan las fuerzas de la razón y el caos. ¿Es una ficción? ¿Es una premonición? No hay que abandonar la esperanza. El hombre es la medida de todas las cosas, incluso de las pesadillas del mundo moderno.