Una sala alargada compuesta por cuatro espacios consecutivos de cuatro metros por cuatro metros forman un rectángulo de paredes altas, accidentadas e interrumpidas. Esta misma sala, pero veinticinco años atrás, recibió bajo el criterio de Alberto Sierra, una de la primeras intervenciones espaciales a gran escala que realizó Beatriz Olano en su carrera. Espacios alterados fue el nombre de esta muestra donde la artista estuvo casi un mes realizando una instalación en la que desplegó una serie de objetos de diferentes texturas y colores en un juego dinámico con líneas y formas geométricas que atravesaban y distorsionaban la linealidad de la sala.
Esta particular interrelación entre lo geométrico, el espacio y el color, presente en la propuesta instalativa de Olano, está orientada por una suerte de fluidez donde el instinto y la intuición tienen un rol primordial: si bien, hay una preconcepción y un estudio previo del espacio y los materiales, la artista se sumerge en estos- como si se tratara de un pintor que pinta adentro de su lienzo- para desplegarse en un dialogo intenso con los vacíos, las líneas y los límites aparentes de los objetos.
El espacio es parte intrínseco de su obra, sin embargo, esto no debe confundirse con una idea estática de su trabajo, al contrario, por más que el espacio conserve las mismas características arquitectónicas y este parezca inmutable, ella lo afrontará de manera distinta cada vez: su lectura del lugar está en constante transformación, precisamente por la fluidez, vitalidad y naturalidad que hay en en su proceder.
Espacios alterados 2022 presenta un recorrido por los diferentes medios de creación por los que transita la artista: pintura, dibujo, escultura, e instalación. Aún así, resulta insuficiente encasillar o nombrar su obra a través de un medio especifico, pues es en la posibilidad de experimentar la mutabilidad entre lo bidimensional y tridimensional donde surge lo estimulante de su producción artística.