Su nueva obra gira en torno a la pornografía occidental y la tradición Shunga, o los libros eróticos de “almohada” japoneses del período Edo (1603-1867). La fotografía erótica desplazó la tradición Shunga en la era Meiji, pero ésta renace como forma artística en su trabajo.

Ibarreche se define a sí misma como una artista multidisciplinar interesada en generar nuevas lecturas sobre narrativas y textos culturales. Atenta a develar las contradicciones en la cultu- ra contemporánea, se interesa en el diálogo entre opuestos, o la tensión entre dicotomías que la sociedad no alcanza a resolver. Es el caso de las divergencias entre los hechos jurídicos que legitiman la prostitución y la sanción social sobre la pornografía. Ella lo define como la divergencia entre los códigos de conducta aceptable y las representaciones de la mujer. Dice Maite: “Partimos del principio de que el arte, como toda forma de experiencia, es una búsqueda de entendimiento del mundo, la mate- ria y el tiempo; es un ejercicio que busca desple- gar sus componentes y fragmentar la manera compacta en que estos se presentan, para encon- trar su esencia y tomarla como unidad de ree- structuración."

Su obra aporta un ingrediente importante a las fronteras de la libertad individual, hoy en choque contra las murallas del dogmatismo. La diversidad de medios que utiliza, como acuarela, dibujo y collage, producen una obra multi-estratificada no solo en sus productos escultóricos y libros inter- venidos, sino también en dibujos donde la riqueza de medios complejiza la imagen.