El compendio de obras de la exposición “Materiales Premonitorios” de Jorge Barco plantean un diálogo entre la materia sonora y la materialidad del sonido; trabajando con el sonido mismo como si se tratase de un objeto físico, sólido maleable, pero también explorando diferentes niveles de la materialidad de los objetos físico con la idea de abordar dimensiones audibles e inaudibles del mundo sónico; audibles como las frecuencias electromagnéticas, e inaudibles como las escalas temporales de los elementos geológicos que integra.
Pierre Schaeffer escribió a finales de los años cuarenta un extenso tratado dedicado a los objetos sonoros, proponiendo una concepción del sonido que exploraba el objeto como una cosa; sin duda ese es un lente que nos permite aproximarnos con cuidado al trabajo de Barco, en última instancia lo que estamos presenciando es una exploración de cultura material del sonido. Esto sucede al menos en dos escalas del tiempo profundo de los medios; la arqueología que se ocupa de objetos manufacturados por los seres humanos que se mide en siglos y milenios, y la geología de la materia sonora, con otra escala de tiempo más amplia, esto se reconoce en sus trabajos con materiales formados en el proceso de configuración del planeta.
Un ejemplo de los objetos manipulados y creados por seres humanos que provienen del fondo de una densa capa temporal es la referencia al Arpa Eólica que hace parte de la exposición y que es producto del reciente proceso creativo de Barco en una residencia en Portugal, dicha arpa eólica juega un papel importante en el estudio de la arqueología de los medios dado que fue propuesta y documentada por el jesuita Athanasius Kircher en la época Barroca, en 1650, en su publicación erudita sobre el sonido Musurgia Universalis, de ese libro se identifica un capítulo en concreto, que da título a la obra: “Machinamentum”, en donde se describe esta particular arpa. La escultura sonora actual opera como una doble lectura; la conceptual histórica y por otro lado la pragmática contemporánea que ilumina el presente incluso abriendo las puertas a un arte sonoro en el espacio público.
Como ejemplos de los objetos no manipulados por seres humanos que han sido modelados por las fuerzas de la tierra y del cosmos, están los proyectos con roca volcánica como “morfogénesis”, con piedras de pirita, galena y fragmentos de meteoritos como en la obra “los tiempos del ruido”. Entendamos que los cuerpos celestes como los meteoritos antes de caer a la tierra han estado viajando por el universo describiendo ondas sinusoidales de una gran amplitud mientras recorren el espacio tiempo infinito, por coincidencia del movimiento de los cuerpos cósmicos -que se los puede entender como grandes osciladores- finalmente chocan contra otro cuerpo que también está oscilando alrededor de una estrella, la tierra, dejando evidencia de la presencia de materiales diversos sobre nuestro planeta. Estos materiales, su origen cósmico y su encuentro en el tiempo profundo de la excavación geológica son evidencias de las materias sonoras que hacen parte de la exposición.
Al pensar en las escalas de tiempo convocadas acá, nos damos cuenta que se acude al tiempo cósmico, al tiempo arqueológico y también al tiempo inmediato de la manipulación del sonido en tiempo real, sea por medios electrónicos o análogos. Esas variedades de tiempos abordados nos recuerdan la tabla de escalas temporales de la música y el sonido que había planteado el compositor Curtis Roads. Por lo tanto, uno de los aspectos más fuerte de la exposición es justamente la articulación de objetos y compuestos que dan testimonio de diversas escalas temporales, explorando desde la inmediatez de la transformación del sonido como es el caso de “Skriabin”, como a escalas de tiempo mucho más grandes, más grandes incluso que la presencia de los humanos sobre la tierra.
Con la gracia, el don y la efectividad de quien interrumpe la trayectoria de un meteorito que cae y lo logra embocar en el ojo de una aguja para convertirlo a la vez en hilo de bordado y en hilo conductor eléctrico, Jorge Barco explora en esta muestra una gama muy amplia de niveles de la materia, el sonido, el electromagnetismo y la imaginación que describen la práctica del arte con medios sonoros. Esta es una exposición cargada de atención al mundo físico que nos rodea, pero con una concepción trascendental y metafísica en el fondo de esta realidad física del mundo, por esto el título de la exposición agrega a la palabra “materia” la palabra premonición que etimológicamente deriva del vocablo latino “praemonitio”, que bien puede traducirse a la vez como “advertencia” y “consejo”.
Los referentes son múltiples, sin embargo, las reflexiones del escritor Douglas Khan sobre la comprensión de nuestro planeta como un emisor de señal y de sonido, a la vez que la noción de la Sonosfera propuesta por la compositora Pauline Oliveros, son algunos de los hilos conductores que conectan las diversas obras y hacen que la experiencia de visitar la exposición sea como quien está inmerso en un bordado de hilos reales, hilos sonoros que sostienen materias y materialidades sonoras.
Andrés Burbano.
Doctor en Artes, Medios y Tecnología de la Universidad de California, institución a la que permanece afiliado como investigador. Profesor en la Facultad de Arquitectura y Diseño en la Universidad de los Andes