VERANO DEL COHETE
mayo 6, 2021 -
julio 23, 2021
La Balsa Arte Bogotá
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Panorámica de sala. Verano del cohete, La Balsa Arte Bogotá

¿Dónde están? Esta es la pregunta que Enrico Fermi les hizo a sus compañeros de trabajo un día, en 1950, mientras almorzaban. Tras especular con ellos sobre las posibilidades de vida en el universo, diferentes a las del planeta Tierra y con base en estimaciones estadísticas (las cuales contaban grandes incógnitas), el científico se quedó pensando en lo que se conoce como la Paradoja de Fermi: dadas las estimaciones positivas sobre la existencia de otras civilizaciones inteligentes en el Universo, ¿Por qué no los hemos detectado? O, en otras palabras, ¿Cómo reconciliar la posibilidad de vida inteligente extraterrestre con nuestros avances científicos, que parecen sugerir todo lo contrario?

‘El verano del cohete’, toma su nombre de un cuento de las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, escrito en 1964. Según el autor, “Los cohetes vinieron como langostas y se posaron como enjambres envueltos en flores rosadas de humo. Y de los cohetes salieron de prisa los hombres armados de martillos, con las bocas orladas de clavos como animales feroces de dientes de acero, y dispuestos

a dar a aquel mundo extraño una forma similar...” Bradbury era un pesimista que consideraba que el hombre sería testigo de su autodestrucción.

En la serie de dibujos, acompañados por textos serigráficos, Juan Osorno se aventura a crear imágenes de galaxias y nebulosas distantes. La representación de seres extraterrestres, a la vez sorprendentes y familiares, cumple con la expectativa de creer que en ellos podrá haber características antropomórficas, así sus facciones nos hablen de distintos tipos evolutivos o adaptaciones ambientales tal como escamas en el rostr

Aquellos seres extraterrestres, asociados a sus posibles espacios de origen en el universo remiten a preocupaciones terrenales: el miedo a lo desconocido, la necesidad de crear imaginariamente destinos posibles para la humanidad, y la preparación para enfrentarnos a

lo desconocido. El miedo y la ansiedad son resultantes del peligro imaginado. El darle forma humanoide al enemigo es una forma defensiva de previsión. Así, este adquiere un rostro con el cual podemos identificarlos y se relativiza su amenaza. Finalmente, nos produce risa.

Parafraseando a Jean Paul Sartre, siempre podremos rebasar nuestra experiencia inmediata y nuestro conocimiento del mundo; la forma en que los rebasamos nos remite a quienes somos y a interrogar como construimos nuestra identidad. El extraterrestre no es más que ‘el otro’, imaginado con la fantasía y el terror de lo desconocido. Es el otro de los comics, referencia importante del imaginario contemporáneo y de la cultura de masas.

Ese otro es un extranjero, constituido en un tiempo humano específico y resultante de la creación imaginaria particular de la postguerra y de la guerra fría. Para John Reider, el alienígena de la ciencia ficción es primeramente una representación o imagen de la conciencia burguesa, que oculta el descubrimiento de un secreto en la identidad propia; es el ‘otro’ -exótico- creado por la mirada colonial, a la vez fascinante y amenazante; no es más que la proyección distorsionada del observador.

Cuando se lanzó la era espacial, el arte Pop se encargó de mitificar los nuevos horizontes de la postguerra. En 1962, la NASA comenzó a comisionar obras para su colección de arte. Pocas imágenes son tan contundentes como la obra ‘Hot Shot’ de Robert Raushenberg, de 1983. Más recientemente, Cristina de Middel ha recreado imaginariamente por medio de la fotografía el interés de África en la conquista del espacio.

En su discurso inaugural de 1964 John F. Kennedy convocó a las naciones del mundo a abrazar las maravilla de la ciencia en vez de su terror destructivo, dijo: “juntos conquistaremos las estrellas”. La guerra por las armas nucleares, supuestamente disuasoria, dio lugar al concurso global por la colonización de planetas lejanos. Ciencia ficción, colonialismo y el imperialismo van de la mano. No en vano Bradbury predijo en ‘El verano del cohete’: “En seis meses surgieron doce pueblos en el planeta ... En total unas noventa mil personas llegaron a Marte y otras más preparaban su partida...”

A la pregunta de Fermi se responde de múltiples maneras, ninguna muy esperanzadora. Están pero no les interesamos, lo que vieron no les gustó. Pasaron hace tiempos y siguieron a mil, con la expansión de Universo. Estamos en un barrio muy marginal del espacio sideral. O quizá estamos solos. Bradbury afirmó su convicción que “el destino de la humanidad es recorrer espacios infinitos y padecer sufrimientos agobiadores para concluir vencidos, contemplando el fin de la eternidad”.

En ‘El verano del cohete’ de Juan Osorno nos ofrece una
mirada humanizante y optimista. Continua trabajando en dibujos exquisitos su mirada sobre el espacio profundo, los avistamientos y demás fenómenos inexplicables. En estos tiempos grises y desesperanzados, vale recordar que un clima poético y romántico, además de humoroso, permea la obra de éste artista único e original. A Bradbury le hubiese gustado.

Ana Patricia Gómez

Directora en La Balsa Arte.

Imágenes de la muestra

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Sobre el Artista

JUAN
OSORNO
Maestro en Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia. Ganador de CIFO 2017 Grants & Commissions Program, Miami, Florida. También, su obra ha participado en diferentes exposiciones, entre las más destacadas se encuentran: Museo el Castillo, Medellín, Colombia (2013), Museo de Arte Moderno de Medellín (2013), Art Paris, Art Fair(2019), además de participar en diversas muestras en galerías de arte.

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Exhibiciones

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