Desde su primera serie denominada Expedición extinción realizada entre 2008 y 2011 hasta Futura historia natural (2024), Monsalve encuentra en las formas de representación científica un lenguaje que ha explorado desde su riqueza gráfica y pictórica, pero sobre todo, desde la idea de llevar procesos metodológicos propios de la ciencia, como lo es la clasificación botánica y biológica, al terreno poético y ficcional del arte. En este cruce, la materia o los pigmentos que el artista utiliza (en este caso petróleo y carbón mineral), contienen toda la carga simbólica y conceptual de su trabajo y se convierten en la bisagra que le permite transitar entre estas dos formas de conocimiento.
El petróleo y el carbón mineral son dos elementos producidos por la naturaleza pero que devienen en mayor proporción de los sedimentos fósiles de las especies animales ya extintas que habitaron nuestro planeta. En esta serie de dibujos el tiempo deja de ser lineal para convertirse en espiral, pues el animal que en un futuro cercano no existirá, está realizado a partir del residuo del animal que ya no existe. Es así como la construcción de la imagen es asumida como un elemento mediador entre el pasado y el futuro, o mejor, como lo dice el artista: “en una imagen melancólica de un futuro inminente”.
La imagen que durante casi 200 años tuvieron los europeos de un rinoceronte fue la que creó Durero y que dibujó a partir de unos bocetos y descripciones, sin nunca haber visto este animal. Esa figura fantástica, mítica y de alguna manera fantasmagórica se puede trasladar a la serie de Animalario celeste, el otro proyecto que acompaña la muestra, en la que Monsalve presenta mapas y constelaciones. Derivado de un artificio se presentan una serie de fotografías polaroid que el artista propone como una imagen verosímil de mapas celestes. Por otra parte, en las constelaciones cada grupo de estrellas fue relacionado de acuerdo a su forma y estructura, con dioses, héroes y seres animales presentes en el acervo mítico de la antigua Grecia.
Así como en los dibujos, lo que queda después de la extinción es la materia; con las estrellas, lo único que podemos ver desde la tierra es el brillo después de su muerte. Animales terrestres y animales celestes transcurren en el reflejo del azul de medianoche, justo cuando se cierra el día y se abre la noche.