Cuerpos
El cuerpo se ha convertido en motivo de permanente atención en la cultura; un cuerpo cosificado es central para la representación contemporánea, subrayando cuestiones epistemológicas, así como preocupaciones sociales y estéticas de hoy. El cuerpo es una construcción, como han argumentado las filósofas feministas contemporáneas. El cuerpo -ya sea despreciado o rechazado, deseado, cosificado o enajenado-, es descrito, prescrito, intervenido, confirmándolo como campo de batalla de los pensadores sobre el género, la construcción de prácticas de existencia envejecida y sexualizada y la condición posthumana.
Es nuestro interés presentar tres artistas que abordan el cuerpo desde diferentes perspectivas:
Radenko Milak considera cómo los cuerpos habitan y transforman el espacio, ya sea en las favelas o en los edificios modernos, dando forma al paisaje y creando inmensas estructuras habitadas artificiales que a veces logran revelar un sentido de tiempo y lugar. Su trabajo es una crítica de las prácticas éticas, sociales y espaciales que tienen consecuencias duraderas y transformadoras para la sociedad. Las estructuras urbanas de hoy son un fantástico collage de tecnología y diseño, de ingenio humano en la construcción de dominios simbólicos que hablan de culturas, tradiciones y recursos. Sus acuarelas urbanas oscilan entre los conceptos de diseño y buen gusto, lugar y deslugar, como ejemplifican diseñadores de tradición tropical moderna como Lina Bo Bardi, y los colosales paisajes hechos por el hombre que caracterizan las ciudades del siglo XXI.
Andrés Orjuela explora archivos urbanos e imágenes de segunda mano encontradas en mercadillos para explorar la cultura de los ‘luchadores’ o luchadores deportivos, caracterizados por sus máscaras mexicanas altamente estetizadas, actividades de musculación y juegos con el mito urbano popular. Inscrita en su permanente exploración de la cultura popular, la serie 'detrás de la máscara' recrea las imágenes de las subculturas populares, donde signos y símbolos recuerdan la idea de lo abyecto, definida por Julia Kristeva como “un concepto… y separado de las normas y reglas, especialmente en la escala de la sociedad y la moralidad”. Estas figuras de horror subjetivo, que recuerdan la misoginia, la homofobia y una desintegración general de las distinciones personales y nos confrontan con una realidad corporal reprimida, o “una intrusión de lo real en el orden simbólico”. Para desorientar aún más al espectador, sus imágenes encontradas se amplían y resaltan utilizando las tradicionales pinturas al óleo de 'Marshall', preferidas por los fotógrafos latinoamericanos del siglo XX.
Isabel Gómez Machado sigue diversos álbumes familiares en busca de la representación de esferas privadas, donde lo cotidiano o común cobra un nuevo sentido en la representación de ‘hogareños’ anónimos. Las pinturas de Isabel revisan los lugares comunes de la vida cotidiana, donde las presencias femeninas reinan sobre los paisajes domésticos. La intimidad, la observación y la representación poética nos dan cuenta de vidas aparentemente vividas en total interioridad y contemplación, vidas abstractas preocupadas por la existencia más trivial y reposada. Los simples actos del anti heroísmo cotidiano se hacen visibles y apetecibles en sus pinturas al óleo cuidadosamente elaboradas. La esencia de su trabajo es un desapego poético, una referencia abierta a lo que se encuentra detrás de las escenas públicas escenificadas de la vida contemporánea, tal como se comunica en la televisión, Internet y las revistas. Sin embargo, su trabajo es travieso e irreverente, optando por presentar sujetos de todas las edades y tipos envueltos en situaciones aparentemente inocuas. El cuerpo, siempre presente en toda su fragilidad y desnudez, es el principal elemento de interés. En colores atrevidos que recuerdan a Gaugin, colores planos y formas delineadas básicas, hace colisionar las referencias histórico-artísticas del cuerpo con los objetos íntimos y las personas que la rodean.
Estos tres artistas se centran en las continuidades y las interrupciones en las estrategias formales y políticamente motivadas que informan el arte y la política contemporáneos, donde diversos intereses chocan de frente en el tema de la individualidad, la autodeterminación y la diferencia. A la vez que ofrece una mirada intensa sobre el cuerpo contemporáneo, en lo que Mario Perniola señala como sombras del mundo real que revelan, “en un movimiento de extremo realismo, el lugar de encuentro entre humano y máquina, orgánico e inorgánico, natural y artificial, impulso y electrónica, personas y mercancías, y en consecuencia… el proceso de alienación y extrañamiento que constituye el motor de la modernidad”.
Ana Patricia Gómez - Directora