Si se mira de lejos y de manera desprevenida, el arte y el meme, podrían parecer diametralmente opuestos en un círculo de producción, consumo y circulación de imágenes. El arte, tradicionalmente, se ha pensado como objeto único, exclusivo, original y ajeno a las masas. Sin embargo y como bien lo predecía Walter Benjamin en su popular ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, esta percepción sacra del objeto artístico cambiaría radicalmente con la llegada de los medios masivos de reproducción.
Esta muestra de Diego Piñeros García, desde un sentido formal, conceptual y político, refuerza esa idea de la democratización del arte: El uso de la plastilina como materia prima para crear; la recopilación de imágenes, la copia, el hecho de eliminar las barreras entre lo original y la copia, la apropiacion de la cultura popular con referentes cinematograficos, literarios, musicales y de redes sociales, son una estrategia directa y consciente para generar un diálogo cercano y familiar con los espectadores. Además, en la obra de Diego hay un juego constante entre el humor, el infortunio, el accidente y el fracaso. Hay una crítica hacia los estándares de éxito que exige la sociedad contemporánea, la ambición desenfrenada, el orden institucional y la tecnología; desde la selfie del “Curiosity” en Marte, hasta el meme más inocente y suversivo, el artista presenta una visión de la realidad que vale la pena mirar de cerca.