
En este proyecto el artista Juan Mejía aborda la idea de la carpa como formato de habitación provisional. La serie, iniciada durante la pandemia, se ha ampliado desde entonces. Las construcciones bidimensionales en collage han sido elaboradas principalmente a partir de materiales reciclados, algunos con pequeños dibujos.
Aristóteles en ‘Ética Nicomáquea’ distingue tres tipos de vida: la contemplativa (del filósofo), la vida del placer y la vida política. ‘Temporal’, por sus diversas connotaciones, nos remite a pensar en estos tres estados del ser, o imaginarios de las posibilidades del hombre. Las tres vidas confluyen en la vida del filósofo-asceta que deriva su placer de la unión con la naturaleza, en una construcción que se enlaza además con políticas de identidad, cultura alternativa y protesta social.
La carpa como ‘arquitectura temporal’, es un referente del ideal moderno de contacto directo con la naturaleza, individualismo y libertad, donde el ermitaño construye una vida armónica en la soledad. Henry David Thoreau, en ‘Walden’, elogia la comunión con un medio natural impoluto; de manera similar Jean Jaques Rousseau, en ‘Las ensoñaciones del paseante solitario’, se entrega a la observación de la naturaleza, a la reflexión política, moral, y a la contemplación de su vida personal. La utopía del paseante solitario, rodeado de un paisaje inmaculado y ajeno a la civilización corrupta, se convierte en un ideal ecológico, opuesto a la realidad de un turismo masivo y de consumo, forjado en la plena expansión del capitalismo tardío.
Ya en el siglo XXI, movimientos como Occupy se tomaron espacios centrales en Londres para protestar por la creciente segregación económica, o la Documenta de Kassel 13, o los espacios de Wall Street. Como fenómeno reciente se ha puesto de moda el ‘glamping’ una forma lujosa de visitar las reservas naturales en África, India y otros países, una experiencia de vida al aire libre, entre un imaginario de ecología, lujo y aventura.
Pero la carpa nos remite a otro estado de la sociedad: desde los ‘sin techo’ que ocupan cuadras y cuadras en ciudades como Los Ángeles, San Francisco o Sao Paulo, a las ciudades temporales de refugiados como la ‘Jungla de Calais’, un campo de desplazados ubicado en la costa francesa, sobre un relleno sanitario, la cual fue construida por migrantes a la espera de una oportunidad de cruzar a Inglaterra. La ‘jungla’ llegó a tener más de ocho mil habitantes, restaurantes, peluquerías, centros de culto y ring de boxeo antes de ser demolido en 2016. Sin ir tan lejos, mientras Mejía construía sus imágenes de carpas entre el 2021 y ahora, el parque Nacional de Bogotá ha sido ocupado durante largas temporadas por los indígenas emberá, que han hecho presencia en la ciudad reclamando paz para sus territorios en el Pacífico colombiano, o podríamos recordar el caso del basurero de Moravia en Medellín, ocupado ampliamente por personas desplazadas.
Hoy viven más de seis millones de personas en campos de refugiados, principalmente en Bangladesh, Kenia y Jordania, sin contar la constante creación y destrucción de ciudadelas de refugiados de guerra y desastres naturales en el mundo entero.
La obra de Juan Mejía juega con la ambigüedad de nuestros sentimientos. Un video donde el artista toca guitarra y canta al lado de una fogata en el bosque acompaña la muestra, logrando con esto re-establecer irónicamente nuestra idealización romántica de una noche contando estrellas, viendo apagarse el fuego en la noche al son de los sonidos de la tierra.
Ana Patricia Gómez - Directora
Imágenes de la muestra
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