En un juego entre fragilidad y fuerza, las instalaciones y esculturas de Ana María Velásquez se construyen a partir de la minuciosa recogida y clasificación de residuos industriales de uso cotidiano: bolsas de leche, elementos plásticos, embalajes industriales y elementos de ferretería sencillos como guías y cables: tuercas y tornillos. Utiliza papel de factura corriente, residuo de la contabilidad del consumo cotidiano, como elemento para construir móviles tenues. Estas diversas piezas se reorganizan y ensamblan para simular paisajes urbanos fantasmales de la Gran Manzana, o para recrear bandadas de buitres, criaturas asombrosas que habitan paisajes urbanos empobrecidos, donde los desechos y los animales muertos se entremezclan y acumulan en las calles.
Las series Viajeros de Papel (2010) y Memorias Contables (2014) llevan los conceptos de gasto, consumo y economía doméstica al límite de la actividad clasificatoria. Las facturas sustentan una obra que habla del paroxismo de la sociedad de consumo donde la experiencia principal es cíclica: comprar, consumir y repetir; actividad enmarcada entre la saciedad y el deseo. Sus construcciones en papel aluden a la ilusión, lo efímero y lo fugaz.
Con residuos ambientalmente pesados de diversa naturaleza sintética, Velásquez construye su 'Bandada' (2020-2022) compuesta por 'individuos' o ejemplares de tamaño natural en diversas posturas, modelos científicamente precisos del ave más característica de las ciudades del sur. Su obra se construye en bucles donde la contaminación, lo abyecto y el deseo se entrelazan como los radios de una rueda que gira sin cesar. El ratonero representa lo peor, es decir, la suciedad que pone en peligro el orden simbólico de las clasificaciones; Representa lo impuro, lo reprensible, lo no simbolizable.
Bandada demuestra la capacidad investigativa de Velásquez. La exactitud de los 'individuos' del mismo se basa en un conocimiento preciso de la anatomía animal donde se identifica la estructura, forma y tamaño de las aves rapaces. En su obra, los buitres o 'chulos' son el espejo de un sistema social corrompido internamente. 'Gallinazo' es un adjetivo popular para designar a un galán oscuro que no se detiene en lo descompuesto. Es una figura arquetípica en la construcción de la identidad masculina. El 'gallinazo' también parece relacionado con determinados momentos del período histórico colombiano conocido como 'La Violencia', durante el cual era común localizar a los muertos en el campo observando bandadas de aves rapaces.
La artista comenzó recopilando todas las facturas de compra que le emitieron en un viaje a Nueva York, con ellas recreó una ciudad imaginada y deseada en la que cada momento tiene su precio. Y luego empezó a recibir residuos de plástico de vecinos y amigos. En resumen; Ecología, economía y anatomía son la clave de una obra en la que la clasificación extrema es un comentario a una época de extremos. Su obra diversa establece un diálogo entre un mundo al borde del desastre y las construcciones sociales que lo impulsan, en la oscilación vida-muerte.
En sus palabras, “busco la belleza en lo cotidiano, en lo desechable, en darle valor a lo que se desecha y se desprecia. Desarrolló hábitos de limpieza, orden y almacenamiento que permiten darle una segunda vida a materiales que de otra manera terminarían en vertederos, ríos o mares. Busco hacer de lo ordinario algo extraordinario”.