La obra de Orjuela propone una relectura sobre determinados eventos sociales, políticos e históricos, cuyo análisis en el tiempo permite hacer múltiples interpretaciones, incluso contradictorias. Detrás de una imagen de King Kong puede esconderse una crítica política. Su repertorio visual está poblado de elementos de la cultura popular y de masas: revistas, comics, archivos fotográficos de prensa, juguetes, máscaras, álbumes fotográficos familiares, rescatados de ventas callejeras, entre otros.  Todos estos elementos simbólicos componen un riquísimo y personal acervo de imágenes que el artista clasifica, guarda y consulta en la construcción de asociaciones para su obra. Estos elementos son el punto de partida de un juego de ironías que emerge inesperadamente en su trabajo, en una paradoja entre el carácter festivo del afiche popular y la crítica sociopolítica.  

Uno de los mecanismos claves en su producción artística, es la construcción sistemática de la obra en una sucesión de capas de pintura, imágenes, impresiones y textos. La acción de sobreponer y cubrir la imagen inicial -física y metafóricamente- es paralela a la de curar o resanar, completar o restituir. Lo que se presenta como la obra terminada es tanto un objeto o constructo final, como el eslabón en una serie de imágenes que hacen referencia a una pregunta crítica sobre la sociedad. Sus ciclos funcionan como conjuntos abiertos, permitiendo en el tiempo la incorporación de nuevos elementos, y aunque los declare terminados, sus referencias son lo suficientemente fuertes para permitir adiciones futuras.

Los registros visuales que yacen como cúmulos en diversos archivos son usados por el artista como material para la construcción de puentes que unen hechos recurrentes poniendo en evidencia las tendencias y los hábitos sociales que se esconden tras las imágenes. Los hechos aislados de la nota roja, por ejemplo, son realmente incidentes encadenados de violencia cotidiana. El artista, alentado por su fascinación por lo serial pone al descubierto como se construye, consume y recicla la violencia a través de su difusión y consumo en medios masivos impresos.

Como ejemplo de lo anterior, el avistamiento casual de una imagen particular del magazín ‘Alarma’ en una esquina de Ciudad de México que anunciaba un crimen masivo, detonó la producción de una serie extensa de obras. Esta publicación, ya desaparecida, se constituyó para el artista en un universo con un lenguaje visual y escrito que aprovechó como detonante para realizar una serie de intervenciones sucesivas en sus páginas, hasta llegar a la intervención de la producción misma de la revista. En el trasfondo, el artista planteó un cuestionamiento de los límites borrosos entre la ética, la cultura de consumo de porno-violencia y los mecanismos de censura.

El interés de Orjuela por descubrir y reconfigurar la representación de los cuerpos violentados en la fotografía de prensa, continuó con su proyecto ‘Archivo muerto’, donde el artista rescató un archivo fotográfico de prensa en blanco y negro que intervino coloreando o iluminándolo a la manera en que se hacía antes de la aparición de la fotografía a color. El artista ‘dispara’ con su mirada sobre el pasado para señalar, proyectar, y evidenciar los códigos visuales, éticos y políticos que sobrevive en las fotografías de prensa.

En su proyecto más reciente, ‘Under the mask’, el cuerpo enmascarado protagoniza un juego perverso.  Miramos la imagen; el efecto de la mirada que el enmascarado nos regresa es siniestra.  El luchador enmascarado se destaca en su imagen hemeroteca; para complicar las cosas, la esquina de fondo sugiere, en colores pastel, la escena de una obra de Luis Barragán.  En los collages, pinturas e instalaciones de esta serie se multiplican las pistas sobre lo ominoso, lo siniestro y lo abyecto, creando diversos juegos de sentido. En sus referencias políticas, la pregunta que emerge finalmente es sobre el núcleo tenebroso que reside en los centros de poder y al interior de cada ser humano.

Desde la representación de los cuerpos violentados en la fotografía de prensa hasta los álbumes fotográficos, la idea de lo monstruoso es una constante en el trabajo de Orjuela.

En síntesis, en el momento cuando se vive la explosión y difusión masiva de imágenes de guerra y de violencia, la obra de Orjuela interroga, como un pensador de las luces, los límites entre lo permisible, lo censurable y la libertad, así como sobre las implicaciones sociales que tienen diversos procesos originados en la fotografía y en el periodismo ligados a la violencia y su mediatización.