“… aun sabiendo que sólo son sombras insignificantes, experimentamos el sentimiento de que el aire en esos lugares encierra una espesura de silencio, que en esa oscuridad reina una serenidad eternamente inalterable.”
Junichiro Tanizaki
Esta exposición plantea una red de asociaciones delicadas entre luces y sombras, al exponer conjuntamente la obra de dos artistas que representan dos generaciones del arte colombiano, donde la figuración y la abstracción se entremezclan en sutiles evocaciones de una estética con tintes orientales.
Aunque Luis Fernando Peláez y Juliana Correa trabajan con técnicas y procedimientos radicalmente diferentes, comparten una mirada depurada, donde el tiempo, lo velado y lo sutil son ejes centrales. Sin embargo, y como es natural en este juego de tensiones, para poder descifrar la calidez que habita en la sombra es necesario enfrentar la luz.
En el caso de Nocturno, la serie escultórica que presenta Luis Fernando Peláez, la luz surge de las sombras (y no a la inversa) porque en ellas se manifiestan las cualidades sensoriales y poéticas de la noche y sus reflejos profundos. Las sombras no solo dan volumen sino sentido a la forma: modulaciones y retículas sugieren ciudades que se contienen en sus vacíos y en fragmentos de tiempo.
Juliana Correa nos confronta con un cuestionamiento hacia el brillo aparente y ensordecedor que acompaña los fenómenos de crecimiento, consumo y acumulación desmedida de nuestra era. Construcciones que crecen desproporcionadas en medio de sombras y luces. Igual que las vidas que habitan en los límites, arriesgan y se sostienen intentando equilibrarse en el filo. Horas silenciosas develan la potencia atropelladora de vivir al borde.
En últimas, esta exposición es una invitación al silencio y a la contemplación, a observar las cualidades acogedoras de la penumbra.