La pintura de Julián Burgos es congruente con su formación europea, particularmente marcada por sus estudios y vida en Francia. Las maravillas de la pintura clásica barroca inspiraron en él un deseo de apropiarse de las técnicas de los maestros y de entrometerse en el lenguaje formal de los grandes paisajes, las representaciones míticas y la representación del cuerpo. Su inmersión en el arte barroco, también se caracteriza por la libertad de hacer uso iconoclástico de diversos lenguajes, de manera análoga a la arquitectura barroca latinoamericana, en la cual los motivos estilísticos religiosos formales se asociaron con la fauna y flora tropical.
Julián Burgos hace que de las composiciones dramáticas y teatrales del barroco broten, subrepticiamente, elementos de la cultura de consumo actual. El curador Eugenio Viola lo interpreta así: “el trabajo del artista es un ejemplo de meta-pintura por la forma en la que el medio participa en las políticas de representación, en las técnicas y en las estrategias de significación de la pintura en sí misma.”
De regreso a Colombia, después de varias décadas de vivir en Francia, el artista revisó sus raíces latinas para enfocarse temáticamente en el campo de la pintura desde una perspectiva renovada. Sus series pictóricas hacen referencia a héroes y mitos (incluyendo algunos próceres colombianos), paisajes idílicos, escenas míticas o sociales dieciochescas de la máxima frivolidad.
La disposición de múltiples figuras es característico de su obra, dando lugar a manifestaciones de exceso, movimiento y complejidad. Las figuras ocupan todo el espacio pictórico del lienzo, realizando una composición apretada donde cada elemento se amarra a un relieve clásico.
Su repertorio de referencias visuales incluye el imaginario popular del comic, la publicidad masiva, la figuración surgida del internet, entre otros elementos. Del barroco incorpora el color, el movimiento y la técnica; de la era digital, toma la idea del trazo suelto sobre la imagen ya creada, aplicando formas gestuales reminiscentes del lápiz digital, como el ‘borrar,’ donde una línea toma las características de grosor y redondeamiento característico del dibujo computarizado. Estas acciones, en apariencia destructivas, pertenecen a capas de información que surgen de la actividad dual de ejercicio visual digital y de la acción pictórica.
La historia del arte, que tanto le interesa, también comprende herramientas de la era actual. Cada pintura está llena de elementos en clave. que son referencias artísticas cruzadas en el tiempo: o puro gusto y divertimento en el juego de creación/destrucción. Durante la pandemia produjo una serie pictórica sobre ‘El descendimiento de la cruz’ de Rubens, donde una de las obras fue seleccionada por el Museo de Arte Moderno de Bogotá para publicación en el diario El Tiempo, como representativa de la producción artística colombiana creada durante el encierro.
En ‘El descendimiento de la cruz con un puesto de perros calientes’, obra de esta misma serie, la composición contiene elementos disimiles como perros calientes, logos publicitarios y otros elementos que contrarrestan la sobriedad de la muerte con el movimiento irreversible de la sociedad contemporánea. En sus palabras, “Es el arte encima del arte. No hay nada más barroco que la selva, donde encima de un árbol crece otra especie de árbol y encima de ese crece un musgo en el que nace otra cosa.”
Ana Patricia Gómez
Directora